lunes, 18 de febrero de 2013


Evaluación de competencias profesionales.

... "es imposible mejorar sin evaluar" Sriven (1991) 


Podemos entender que resulta complejo poder desarrollar  e implementar programas que apunten a la mejora del profesorado, sin haber realizado previamente procesos de evaluación que permitan detectar las necesidades formativas que demandan los docentes.  Esta situación -en ocasiones- se aleja de la realidad debido a  que la planificación y organización de los procesos de evaluación son producto de la improvisación y disponibilidad de recursos con que se cuenta de manera inmediata, no considerando las aportaciones de los docentes desde sus demandas, lo cual, se  evidencia en la escasa o nula mejora de las prácticas pedagógicas a la luz de los resultados alcanzados en los procesos de evaluación docente.
Muchas veces como docentes nos vemos abligados a cumplir con procesos de evaluación que buscan evidenciar el dominio de ciertas competancias profesionales. Estas competencias  pueden resultar muy diversas dependiendo del contexto desde donde se elaboren y apliquen, como por ejemplo: las casas de estudios superiores dentro de sus programas de formación se plantean el desarrollo de ciertas competencias profesionales que  obtendrán sus alumnos/as al finalizar dichos procesos de formación, realidad que se puede extrapolar a diversos contextos educativos (instituciones educativas, ministerio de educación, etc.). Estas instancias en las que se identifican ciertas competencias docentes,  se plantean como estrategias que permitarán a los/as educadores/as tener claridad con respecto a las comptencias que resulta necesario considerar para realizar buenas prácticas pedagógicas en distintos momentos de su actuar,   sea en  el diseño  y desarrollo de  actividades educativas, en la organización y gestión en el aula y en la aplicación de instrumentos de evaluación.
Ahora bien, quizas el cuestionamiento no apunta a la propuesta de competencias docentes, sino más bien a cómo éstas  son diseñadas y evaluadas -las que en la mayoria de las ocasiones son impuestas desde niveles centrales- y  nada tienen que ver con la realidad que ha diario desarrollan.    Este escenario,  genera en los docentes una praxis que -en determinados momentos- son concebidas  como una manera de cumplir con ciertos criterios establecidos y con el objetivo de que sus prácticas pedagógicas sean de calidad, no entendiendo realmente lo que cada una de ellas significa y desconociendo  el objetivo por el cual han sido desarrolladas.
Según Mario de Miguel Diaz  y otros (1993) "La consecuencia de esta forma de proceder son conocidas por todos. Cuando los programas de formación no parten de evaluaciones realistas de las necesidades docentes o se organizan sin una previa negociación, rápidamente se constata la disociación entre las expectativas profesionales y los medios que arbitra el sistema con este fin y, consecuentemente se genera un proceso de descalificación de las actividades y las personas implicadas en los mismos. Durante los últimos años el rechazo del profesorado hacia los programas institucionales de evaluación ha sido un hecho evidente que debe promover la reflexión de todos los implicados"
Cuando pensamos en reflexionar, lo hacemos a la luz del objetivo que se plantean los procesos de evaluación de competencias docentes,  como lo plantean algunos autores  "desarrollar modelos de evaluación para orientar las actividades de profesores y directivos, resaltando la importancia de la función docente y constribuyendo para que la evaluación repercuta en mejores prácticas didácticas" (Garcia, Loredo, Luna y Rueda, 2008, Vol.1,Nº3, 124-136).  
Objetivos como el señalado por los autores,  no se ajustan a todas las realidades educativas.  En el contexto chileno, específicamente,  el Sistema Nacional de Evaluación del Desempeño Docente (SNED) -aplicado  desde 1996- busca; por una parte, mejorar el sistema de incentivos al que están enfrentados los docentes y, por otra, generar información comparable acerca del desempeño de los establecimientos educacionales. 
Es posible observar que esta situación que no se condice con los objetivos reales que se plantean los procesos de evaluación de competencias docentes en la busqueda de desarrollar acciones educativas que apunten a la mejora de la calidad de la educación y en consecuencia en el desarrollo de las prácticas pedagogicas. y en consecuencia,  lisa y llanamente en Chile, este proceso se inserta en un sistema de evaluación que persigue una finalidad  sacionadora, que funciona según los resultados obtenidos, pero que no da pie a instancias de retroalimentación que permitan a los docentes analizar y reflexionar sobre elementos que deben ser considerados en sus procesos de enseñanza -aprendizaje.  Es desde esta perspectiva en  donde  surge la necesidad de realizar procesos de reflexión, que  lleven a alcanzar procesos de evaluación reales y significativos para la mejora de nuestras prácticas docentes.


Bibliografia.

De Miguel, M. y Otros.1993. Evualuación y desarrollo profesional docente. Oviedo, España: KRK ediciones.
García B., Loredo J., Luna E., Rueda M. 2008. Modelo de evaluación de competencias docentes para la educación media y superior. Revista Iberoamericana de evaluación educativa. Vol. 1,3, 124-136.